lunes, 9 de mayo de 2016

Si mis palabras

En plena efervescencia
de la mente,
vorágine, laberinto
existencial,
uno se pone a componer
pequeños versos y, como siempre,
los ladrillos son las palabras.


Me pongo y requetepienso.


Si mis palabras
te juzgan,
te persiguen o te condenan,
si te confinan en un rincón oscuro de la estancia,
(en tal caso, condenables),
si no traen la luz del alba
o el claro atardecer
entre los álamos,
si no implican alegría...


Si mis palabras son sombra,
día gris y frío,
es porque han de serlo
y no de otra manera,
porque son fiel reflejo
de una estación del alma,
de un estado de ánimo,
casi siempre pasajero.


Si mis palabras
no construyen
ni edifican,
si dejaron atrás
la dulce melodía, la cortesía, y no templaron el acero
cotidiano,
entonces no valen de nada
porque
no son mejor que el silencio.


Si mis palabras
adornan
los instantes,
si hacen que la lluvia menuda
sea menos fría,
si construyen una fortaleza frente al tiempo,
tal vez sean ese regalo no pedido,
ese ofrenda no atendida,
pero serán algo mejor que nada.





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