lunes, 16 de mayo de 2016

Latitud sur

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.  No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.  El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.  Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Carta de San Pablo a los Corintios 13: 4-7


Como aves de paso
que se posaran de improviso
sobre la rama de un álamo,
en un viaje
hacia la latitud sur,
observamos
el paisaje
de una vega domesticada,
de un cortijo entre alamedas
que se parece a los de la campiña
sevillana,
mercaderes al templo
del negocio fabricado
de la celebración de bodas.


Usos y costumbres de la civilización granadina.
Misa en Santa Ana
con olor a otro tiempo.
Lavados de cara de jóvenes
conferenciantes
a la moral de siempre.
La carta de San Pablo a los Corintios
hablando de un amor
idealizado,
casi platónico.
Es bello creer que es posible,
construir un amor como ése.


Mediodía de domingo,
paseo cerca del río oliendo
el perfume de los tilos,
la lenta quietud de los plataneros.


Comprobar que esta cultura
apenas se mueve.
Que el manual de usos y costumbres
está bien engrasado,
y estas gentes viven
como si el tiempo se hubiera
detenido
y vienese marcado
por la lógica inamovible de los relojes de arena.


Personas que nos traen
recuerdos de la infancia.
Lugares en los que dejamos
algún fragmento de nuestra emoción.
La sola idea de que ya no se pertenece,
a una tierra que se afana
en su endogamia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario