Viajando al sur,
al sur
del alma
donde uno se reencuentra con la esencia de las cosas,
donde uno regresa al casi origen.
He tenido que aceptar lo vivido.
He dado gracias por lo mucho que la vida me ha dado.
He decidido aprovechar cada minuto
de este paréntesis
alejado del gris asfalto
y percibir los colores de la tarde,
la luz irisada de la luna
entre las desaparecidas alamedas.
He encontrado
un lagarto muerto entre las farolas
de esta finca enrejada.
Contemplaré
la tarde
con otros ojos y con la mente puesta
en tu dulce recuerdo.
“De todos los riesgos que ha corrido por usted, el único que no hubiera corrido nunca es el de no haberlo hecho”. Conferencia sobre la lluvia, Juan Villoro
domingo, 27 de diciembre de 2015
sábado, 26 de diciembre de 2015
En la placeta de Jesús Despojado
Un diciembre primaveral en Granada.
En la placeta de Jesús Despojado,
cerca del colegio Tierno Galván,
los niños juegan.
Al otro lado un bar repleto de gente,
que acoge la reunión anual
de la familia.
Me siento ajeno al entrar.
Aquellos que en otro momento de la vida
eran
tan cercanos,
hoy los veo como sacados de un álbum
cubierto del polvo de un armario anacrónico:
tan extraños.
Música desafinada
de abrazos, besos, convenciones
varias,
usos de clase media,
de burguesía gastada,
arrabales de clase obrera,
islotes que resisten
el paso del tiempo.
Después de todo,
no amo esta idea de gran familia unida,
actores y actrices sobreactuados,
aunque todavía existan afectos, vínculos trabados.
Es positivo que los niños
conozcan sus orígenes.
En la placeta de Jesús Despojado,
cerca del colegio Tierno Galván,
los niños juegan.
Al otro lado un bar repleto de gente,
que acoge la reunión anual
de la familia.
Me siento ajeno al entrar.
Aquellos que en otro momento de la vida
eran
tan cercanos,
hoy los veo como sacados de un álbum
cubierto del polvo de un armario anacrónico:
tan extraños.
Música desafinada
de abrazos, besos, convenciones
varias,
usos de clase media,
de burguesía gastada,
arrabales de clase obrera,
islotes que resisten
el paso del tiempo.
Después de todo,
no amo esta idea de gran familia unida,
actores y actrices sobreactuados,
aunque todavía existan afectos, vínculos trabados.
Es positivo que los niños
conozcan sus orígenes.
jueves, 24 de diciembre de 2015
Distancia
No lo diré demasiado alto.
Es más. Será como un dulce susurro:
La palabra es distancia.
Pero te agradezco que hayas puesto luz en mi vida.
Que hayas delimitado los renglones,
hayas corregido la ortografía,
la sintáxis y la métrica.
Porque ahora todo está más claro.
Es más. Será como un dulce susurro:
La palabra es distancia.
Pero te agradezco que hayas puesto luz en mi vida.
Que hayas delimitado los renglones,
hayas corregido la ortografía,
la sintáxis y la métrica.
Porque ahora todo está más claro.
Las ciudades, después del amor
Las ciudades, después del amor
quedan fragmentadas, divididas por un río
por el que fluyeran aguas de un
pesar calculado y antíguo,
de un olvido que está lleno
de memoria,
de lentas llamas
que siguen surgiendo
espaciadas en el tiempo
o que se agrupan todas al unísono.
Después del amor,
hay todavía más amor
porque es la energía que nos mueve
pese a todo,
el impulso que nos empuja
hacia adelante,
la palabra cálida que nos acoge,
la arquitectura de los nuevos barrios
de ciudades nuevas
dentro de cada ciudad.
Y las ruinas que quedan
se pueden restaurar.
Otras se quedan como anatomía muerta de un cuerpo sin vida.
Las que se pueden arreglar,
el paciente artesano las repara como si fuesen
un cuadro antíguo, en el que
cada rincón de un lienzo,
necesitase profundidad,
y color.
Las ciudades, después del amor,
siguen siendo ciudades.
quedan fragmentadas, divididas por un río
por el que fluyeran aguas de un
pesar calculado y antíguo,
de un olvido que está lleno
de memoria,
de lentas llamas
que siguen surgiendo
espaciadas en el tiempo
o que se agrupan todas al unísono.
Después del amor,
hay todavía más amor
porque es la energía que nos mueve
pese a todo,
el impulso que nos empuja
hacia adelante,
la palabra cálida que nos acoge,
la arquitectura de los nuevos barrios
de ciudades nuevas
dentro de cada ciudad.
Y las ruinas que quedan
se pueden restaurar.
Otras se quedan como anatomía muerta de un cuerpo sin vida.
Las que se pueden arreglar,
el paciente artesano las repara como si fuesen
un cuadro antíguo, en el que
cada rincón de un lienzo,
necesitase profundidad,
y color.
Las ciudades, después del amor,
siguen siendo ciudades.
martes, 15 de diciembre de 2015
Cuando cae el telón
Dedicado a mis Lara y Katienka personales
La tarde murmura palabras huecas
desde un deshabitado palco de un amplio teatro ,
desde el que se presencia el espectáculo
de las horas que se llenan
de un alboroto inesperado,
de brevedad impuesta
por la propia vida,
compuesta de momentos mínimos,
instantes donde se aprecia
una floreciente alegría,
en
cada isla melancólica
de este mar agitado.
Por la ventana construída en la escena entra una luz
que, en su reflejo,
dibuja aspas doradas,
e incluso
triángulos a los que le faltan
algunos de sus vértices.
Los sueños aprendieron a volar sin alas,
sin permiso,
contra el viento que
se arremolina en los escenarios
donde la obra avanza,
contra la adversidad
y sin desenlace aparente.
En el entreacto, comprendo que tus bellos y largos brazos estén para abrigar
a la linda y hermosa flor
que crece en tu jardín
a la que llevo en mi corazón
de manera tan cierta
como que de él brota la sangre.
Comprendo que mis brazos también la abrigarían.
Déjame ver tus ojos que sonríen, tu sonrisa que mira
cuando el telón cae
y quisiera
regresar contigo al lugar que habito.
La tarde murmura palabras huecas
desde un deshabitado palco de un amplio teatro ,
desde el que se presencia el espectáculo
de las horas que se llenan
de un alboroto inesperado,
de brevedad impuesta
por la propia vida,
compuesta de momentos mínimos,
instantes donde se aprecia
una floreciente alegría,
en
cada isla melancólica
de este mar agitado.
Por la ventana construída en la escena entra una luz
que, en su reflejo,
dibuja aspas doradas,
e incluso
triángulos a los que le faltan
algunos de sus vértices.
Los sueños aprendieron a volar sin alas,
sin permiso,
contra el viento que
se arremolina en los escenarios
donde la obra avanza,
contra la adversidad
y sin desenlace aparente.
En el entreacto, comprendo que tus bellos y largos brazos estén para abrigar
a la linda y hermosa flor
que crece en tu jardín
a la que llevo en mi corazón
de manera tan cierta
como que de él brota la sangre.
Comprendo que mis brazos también la abrigarían.
Déjame ver tus ojos que sonríen, tu sonrisa que mira
cuando el telón cae
y quisiera
regresar contigo al lugar que habito.
Sonata de una tarde gris de otoño
Los días son más cortos
en el compás de espera
del invierno.
Es ésta una tarde gris de otoño.
El árbol solitario
contempla las hojas amarillentas
que cubren el suelo y que de él
ya cayeron.
El paseante ve montículos de arena,
naves industriales,
vías de ferrocarril
y, a lo lejos,
la arquitectura de una ciudad
artificiosa que
construye un
oscuro paisaje,
sobre el que emerge una verdad bella e impura,
tanto como los versos
que junto en el camino y que te escribo
sentado en el banco
de un improvisado mirador.
Algunos poemas son cartas de amor sin remitente
pues ya la palabra denota
rasgos de la identidad del que transmite.
Las cartas de amor son listas interminables
de ausencias, nostalgias y otras circunstancias
que siempre contienen un destinatario. También son
un nombre propio que resuena
en el silencio poderoso,
el deseo de acariciar
tu mano
para después besarla gentilmente y soltarla
con dulzura,
la espera sin prisa
para volver a verte.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Al barco nuevo
No deseo frenar al barco nuevo que soltó amarras,
y cuyas velas se orientaron
al filo del mar de la madrugada
cuando se alejó,
ya apenas se ve
su rastro sobre las aguas.
Antes de marchar en el barco nuevo que suelta amarras,
déjame ver tu rostro una vez más.
Esta travesía será larga.
El barco ha zarpado.
He comenzado a superar tu ausencia
pues no hay más remedio.
Nada es eterno,
pero todavía así... ¿mi amor perdura?
¿Qué clase de amor es éste?
¿Cómo se puede amar a una imagen,
a un cuerpo figurado,
a una presencia que no está presente?
¿Mi amor a tu mirada fría y cálida,
a tu voz que enfría y calienta mi alma?
Elegiré abrigar mi corazón
con mantas propias
Elegiré el buen recuerdo,
la palabra sin reproche,
el caminar pausado,
el lento discurrir
de lugares donde amar y ser amado
sean la lógica cotidiana.
Elegiré mirar en mi interior.
Este es mi lugar.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
sin decir apenas nada
Desde las factorías de la noche,
desde la sala de máquinas
de horas tardías,
desde el anfiteatro
donde se representa
la tibia oscuridad,
cuando las calles
ya semidesiertas
invocan al sonido de motores lejanos,
al ruído de las chapas de los pocos
bares que cierran,
escribo un poema que no dice apenas nada.
Porque esta nada que subyace a mi
alrededor,
combina con todo.
Es compatible con tu ausencia,
con tu presencia,
con tu recuerdo,
con tu olvido,
con la escala de grises
en la que tu amor difuminado
no ha perdido todavía
su brillo.
Como un boceto
que pasara por la mano de un pintor,
y que delimitara
con su negro carboncillo,
la silueta de una anatomía
distante e incompleta,
el alma con la que me comunico,
sin decir apenas nada.
desde la sala de máquinas
de horas tardías,
desde el anfiteatro
donde se representa
la tibia oscuridad,
cuando las calles
ya semidesiertas
invocan al sonido de motores lejanos,
al ruído de las chapas de los pocos
bares que cierran,
escribo un poema que no dice apenas nada.
Porque esta nada que subyace a mi
alrededor,
combina con todo.
Es compatible con tu ausencia,
con tu presencia,
con tu recuerdo,
con tu olvido,
con la escala de grises
en la que tu amor difuminado
no ha perdido todavía
su brillo.
Como un boceto
que pasara por la mano de un pintor,
y que delimitara
con su negro carboncillo,
la silueta de una anatomía
distante e incompleta,
el alma con la que me comunico,
sin decir apenas nada.
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