Certeza de ti.
Desconocía que el silencio diera para tanto.
Para estirarlo como una
cuerda infinita y flexible.
Pero ahora sé que no es necesario afanarse
en manipularlo
como si fuese un trozo de arcilla.
Nada más. Fluir y construir un verso y otro
y otro más. Me paro en el tercero.
Aprendo del oficio
del hacedor y tomo una pausa.
Vienes lentamente
a mi cabeza
y te sueño,
le pongo palabras a este momento,
calmo y
sin obsesión.
Ahora me planteo si todo esto que escribo
añade algo nuevo
a la argumentación.
Es decir, si tú recibes mi pensamiento
de buen grado
y cada uno, en nuestro pequeño rincón,
sonreímos
sin explicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario