El lento amor espera,
no se apresura.
No corre en busca de,
no se refugia
en cómodas butacas,
se recicla a cada instante,
vive al día
y camina despacio.
El lento amor
se transforma,
en una hoja que brota de un árbol,
en una flor que brilla
con un vivo color,
en la pureza
de la luz del alba,
en un guiso
que se cuece a fuego suave.
Aprende
de cada error,
perfecciona
la técnica,
engrasa la mecánica,
rompe con los círculos viciosos.
Dice adiós a las gentes que no nos hacen bien.
Respira profundo, y continúa su marcha
como un tren que viajara por el incontenible
trayecto del presente.
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