Un paisaje urbano y yo

Un paraguas de colores roto junto a la cuesta.
Los coches encienden sus faros
porque anochece.
Una obra a medio hacer entre las rejas.
Un taburete tumbado sobre el suelo del descampado.
Un paisaje urbano y yo, a penas y apenas,
caminante herido,
con ganas de llorar,
abro la puerta de mi humilde casa,
de blancas paredes y verdades casi enteras
con el recuerdo
del llanto visible de una niña
y el llanto oculto de un niño,
tesoros que brillan
en mi cotidiana oscuridad.

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