Ese lugar de la tarde

Podemos ir juntos si quieres
a ese lugar de la tarde
donde la lluvia
nos presente
sus argumentos
y donde sea posible
ver cómo las gotas
caen contra las aceras
como si una aviación de nubes
bombardeara con agua la ciudad.


Resguardados, y sin hacer demasiados planes,
le daríamos pie a la conversación,
divagaría, divagaríamos,
tras los muros
de algún café poco transitado,
donde sonara la música
y, en el ambiente,
una luz tenue y dorada,
me dijera
cuánto he echado de menos,
estos ojos que me miran,
esta sonrisa que me recibe
en ese lugar de la tarde
que nos cobija.


Vendrían los temas comunes,
pero
la realidad
se abastece por sí misma
y dota de color
cada rincón del que se habla.


Vendrían las preguntas,
pero
hemos llegado
hasta aquí
sin preguntar más que lo justo.


Bienvenida eres.



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