Cuando apenas me encuentro inspirado, y no fluyen las palabras de mi mente, me planteo que será porque escribo a deshoras, y parece que a esta misiva, le falta el remitente. Cuando pienso en tí, como destinataria evidente, con nombre, apellidos, domicilio en calidad de residente, será que la noche es fría, que me aferro a la sola imagen de tu sonrisa resplandeciente. Cuando viene el super-ego vestido con el traje del crítico feroz, del juez intransigente ambos inquilinos de mi interior, compartiendo ático con vistas y mirador, les digo por favor que se relajen y que no me atormenten. Cuando vienes a mí, como en un sueño en tus tantas formas y geometrías que son construídas por tu sola presencia, querría dedicarte una estrofa más, aunque de mi mente no salgan apenas palabras, aunque la fábrica produzca en horas extra pequeños versos lumínicos, pequeñas muestras de pequeños homenajes a todo lo que de tí creo saber y que para mí es suficient...
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