Aunque las piedras lluevan
Aunque las piedras lluevan,
mi amor por ti seguirá.
Ven a este lugar donde habito si quieres a
encontrarte como eres
en tu infinita dulzura y en tu tenebrosa oscuridad.
Sé que hay en ti un amanecer profundo y hondo,
que no es idéntico al resto de amaneceres hasta la fecha.
Sé que las calles te aplauden y te abrazan a tu paso.
Ningún poder divino o terrenal ha podido o querido
impedir tu firme paso,
porque eres aceptada y amada.
También te diré que este poema,
balada de un frío Domingo,
trae pequeñas muestras de un mundo nuevo.
En sus aledaños, recobro la palabra aplazada,
la pinto de verde y aparece la esperanza.
La lógica poligonal de calles de arrabal
de gran barrio,
en esta ciudad que es puerto sin serlo,
jardín donde la Primavera nos trae sus propios
barcos,
induce a ti.
mi amor por ti seguirá.
Ven a este lugar donde habito si quieres a
encontrarte como eres
en tu infinita dulzura y en tu tenebrosa oscuridad.
Sé que hay en ti un amanecer profundo y hondo,
que no es idéntico al resto de amaneceres hasta la fecha.
Sé que las calles te aplauden y te abrazan a tu paso.
Ningún poder divino o terrenal ha podido o querido
impedir tu firme paso,
porque eres aceptada y amada.
También te diré que este poema,
balada de un frío Domingo,
trae pequeñas muestras de un mundo nuevo.
En sus aledaños, recobro la palabra aplazada,
la pinto de verde y aparece la esperanza.
La lógica poligonal de calles de arrabal
de gran barrio,
en esta ciudad que es puerto sin serlo,
jardín donde la Primavera nos trae sus propios
barcos,
induce a ti.
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