Mira mis manos.
Ya no portan anillos.
Ya mi mente
se liberó de las cadenas
de los prejuicios
de la moral dominante.
Ahora soy yo el que decide
cambiar.
Cinco años de invierno
y un verano
que surge.
Liberarme
de inercias desgastantes,
abrir nuevos espacios,
y caminar
rumbo hacia aquello que deseo,
sin descuidar
y sin dejar de cultivar,
a los pequeños y maravillosos tesoros
que tengo
por los cuales
me siento agradecido.
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