El tiempo presente se va abriendo camino
a cada instante. No necesita ser recordado
y tampoco anticipado.
Es ahora y su vigencia es máxima.
El relato es en directo.
La alegría, la tristeza, la melancolía o el olvido
se narran con el verbo inmediato.
El tiempo presente
nos informa
de dónde estamos,
qué ideas nos rondan,
qué palabras queremos decir
y las organizamos.
El tiempo presente
puede ser inventado.
Podemos construir la senda,
abrir la puerta,
y rescatar los sueños aplazados.
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