Vivir sin ambición.
Desprenderse de todo lo accesorio
Mirar a la tibia mañana
con ojos calmos
dejando a un lado la pesada carga
del pasado.
Volver a casa
y sacar del antíguo armario
los viejos postulados
sobre el amor
que ya no están vigentes.
Habitar en el estanque
de unas aguas que apenas se mueven,
y desear
que la quietud
se transforme en movimiento,
que el cauce
se agrande,
renacer uno,
renacer cada uno,
renacer juntos, separados,
y que el delta
venga lejos
muy lejos
antes de
fundirnos
con los cristales
del mar plateado
que paciente nos aguardará.
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