Buscando poemas
en el baúl de la memoria
para entregarte uno
que describa
de manera nítida el espectro visible de mi alma.
Buscando poemas,
y no los encuentro.
Quizás no sea necesario buscarlos,
porque surgen de forma natural. Al igual que
cuando te evoco en esta noche de enero
y, desde mi ventana,
se observa el neón azul de un hotel,
los números digitales en rojo de su reloj,
la asimétrica silueta
de edificios ni tan cercanos
ni tan distantes.
Ya no busco poemas.
Ahora los construyo.
Hay versos que comienzan con una nostalgia,
un camino posible
por los senderos de la tarde,
una propuesta,
una carta con símbolos
claros,
una fecha,
un verbo
que se aleja
de la tensión
y busca
hablarte directamente
desde la paz
de una habitación vacía,
en la que
el tiempo se detuviera
y la palabra presión sólo existiera
en los diccionarios que guardo en la estantería.
Ya no busco poemas.
Ya encontré el poema.
Es uno que comienza en mí y termina en tí.
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