La música que nos construye,
que nos conmueve,
que nos transforma,
la que llena nuestras mañanas
y también nuestras tardes,
la que puebla
los largos paseos solitarios
entre arroyos de luz caída
de un sol de invierno.
Cualquier nota,
cualquier pausa
que acompañan
pequeñas
y tiernas palabras
que surgen
del manantial
de la poesía,
hacen
que tu ausencia
se llene de colores
y que
la vida
fluya
y continúe
con
el paso imperturbable
de cualquier proceso.
La música que nos construye,
la música
que nos anima.
Para celebrar algún día
tu regreso,
he de valorar tu marcha.
La música
que nos construye,
sobre el filo de la madrugada.
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