Desde las factorías de la noche,
desde la sala de máquinas
de horas tardías,
desde el anfiteatro
donde se representa
la tibia oscuridad,
cuando las calles
ya semidesiertas
invocan al sonido de motores lejanos,
al ruído de las chapas de los pocos
bares que cierran,
escribo un poema que no dice apenas nada.
Porque esta nada que subyace a mi
alrededor,
combina con todo.
Es compatible con tu ausencia,
con tu presencia,
con tu recuerdo,
con tu olvido,
con la escala de grises
en la que tu amor difuminado
no ha perdido todavía
su brillo.
Como un boceto
que pasara por la mano de un pintor,
y que delimitara
con su negro carboncillo,
la silueta de una anatomía
distante e incompleta,
el alma con la que me comunico,
sin decir apenas nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario