Dedicado a mis Lara y Katienka personales
La tarde murmura palabras huecas
desde un deshabitado palco de un amplio teatro ,
desde el que se presencia el espectáculo
de las horas que se llenan
de un alboroto inesperado,
de brevedad impuesta
por la propia vida,
compuesta de momentos mínimos,
instantes donde se aprecia
una floreciente alegría,
en
cada isla melancólica
de este mar agitado.
Por la ventana construída en la escena entra una luz
que, en su reflejo,
dibuja aspas doradas,
e incluso
triángulos a los que le faltan
algunos de sus vértices.
Los sueños aprendieron a volar sin alas,
sin permiso,
contra el viento que
se arremolina en los escenarios
donde la obra avanza,
contra la adversidad
y sin desenlace aparente.
En el entreacto, comprendo que tus bellos y largos brazos estén para abrigar
a la linda y hermosa flor
que crece en tu jardín
a la que llevo en mi corazón
de manera tan cierta
como que de él brota la sangre.
Comprendo que mis brazos también la abrigarían.
Déjame ver tus ojos que sonríen, tu sonrisa que mira
cuando el telón cae
y quisiera
regresar contigo al lugar que habito.
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