Me vienes a la mente

Me vienes a la mente.
Y en ese impulso eléctrico le mando un fax
a mi cerebro
para que se ponga a buscar en el pequeño
baúl selectas palabras de amor.
Mas luego, viene la siguiente chispa
que envía un telegrama para que, en el diccionario
donde
cabe toda la ternura,
los términos empleados
no sean selectos,
sino más bien sencillas
palabras de amor.
Entonces, sin perder más el tiempo,
finaliza la búsqueda
y comienza la creación
que se nutre de sí misma,
que se construye a partir de figuras comunes,
ya utilizadas en otros poemas,
que no añaden casi nada nuevo,
y de figuras no comunes,
tejido de pequeñas innovaciones poéticas,
que voy experimentando.
¿Cómo no salirme del corsé programático
sin apelar
a todo lo que de tí venero?
Te adoro una vez más y vuelvo a acariciar tus manos suaves
como el terciopelo.
Respirarte en el dulce aroma
de tu pelo.

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