Las cartas que te escribo

Las cartas que te escribo
a veces se acortan porque no hay demasiado
que añadir
a lo ya contado en días anteriores.


Por eso, hay que dejar que la vida siga su paso incansable
y aprestarse a simplemente vivir y a crecer
uno mismo por dentro.


No porque entonces puede que no se reúna la experiencia
que dé lugar a la crónica
y a la escritura del consiguiente mensaje.


Si no porque en tal caso,
me habré quedado anclado
en una parte del camino
y
las vivencias se estanquen
como el agua en un lago antíguo.


De todas formas,
cada carta mantiene la estructura fija
con su encabezado, la fecha del día,
el tierno adjetivo,
y esa enumeración de lugares comunes
que a nadie dañan, ¿a nadie?
Espera aquí hice mal los cálculos.
Pero quizás es tarde para medir los efectos
de un vendaval de palabras
que hablan
de tí, que sueñan solas sobre tí.


Las cartas que te escribo, a veces se alargan,
y entran en disquisiciones complejas
y divagaciones vanas.


Entonces las acorto, simplifico
y pulso la siguiente tecla
con el natural gesto
sin pretensión.


Las cartas que te escribo son resumen
y cronología propia,
inventario amable de ideas acostumbradas.

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