El amor es un puente

El amor es un puente
que comunica dos orillas de un río y
fluye sigiloso
por sus lentas aguas.


El amor es un puente
por el que caminan los sueños.
Uno a uno,
se van envolviendo
en suaves telas y en dulces susurros
parecidos a un secreto,
una suerte de enigma irresuelto.


El amor es un puente que siempre
se está construyendo y cuando aparece incompleto,
ya no es él sino una variante parecida,
un útil sucedáneo que nos deja
insatisfechos.


El amor es un puente
que junta dos islas,
define la pausa, es arquitecto del silencio.


A veces, no hace falta invocarlo.


Otras veces, conviene esperarlo
y es simple encontrarlo
si uno mira adentro.


Entonces uno diseña sus puentes
internos.
Con la patria del hombre,
que es su tierno comienzo.
Infancia, que desgranas el sútil verbo.


Con el castillo o la cabaña,
del afecto materno.


Con la península de quién somos
pese a la lluvia del tiempo.


Y entonces resurgimos sin triunfalismos,
sin expedientes ni billete de vuelta,
al otro lado de la ribera,
que surca
la frontera
del ayer que ya es historia
y del que aprendemos.











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