Sin renunciar a los sueños
Nunca renunciaremos ni
al más recóndito de nuestros sueños,
aunque la vida se convierta
por momentos:
En un jardín en el que crecen
los rosales, y en cada rosa,
se agranden las espinas,
en un lugar donde se agresten los zarzales,
y de cada matorral nazcan
pequeñas hierbas venenosas.
No suplicaremos a la luz del alba
detenerse en su brillo,
ni pretenderemos que la luna
continúe
en el mismo punto de su órbita
durante toda la noche.
Habrá momentos
en que deberemos aparcar nuestros anhelos,
pero ellos volverán intensamente
a invitarnos
a retomar el más recóndito de nuestro sueños,
con la esperanza y la fé intactas.
al más recóndito de nuestros sueños,
aunque la vida se convierta
por momentos:
En un jardín en el que crecen
los rosales, y en cada rosa,
se agranden las espinas,
en un lugar donde se agresten los zarzales,
y de cada matorral nazcan
pequeñas hierbas venenosas.
No suplicaremos a la luz del alba
detenerse en su brillo,
ni pretenderemos que la luna
continúe
en el mismo punto de su órbita
durante toda la noche.
Habrá momentos
en que deberemos aparcar nuestros anhelos,
pero ellos volverán intensamente
a invitarnos
a retomar el más recóndito de nuestro sueños,
con la esperanza y la fé intactas.
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