Incansablemente yo

Cuando el pronóstico anuncia,
lo que la razón conoce
y cuando no se utiliza
la evasión como método,
entonces viene la vida
a mostrar
en qué manera
sigo siendo
incansablemente yo.

Ese que habita la región de los aguaceros,
desde el que se desbloquean
y se desatrancan
las puertas cerradas al amor.

Sacudirse el polvo del camino
en los viejos zapatos,
andar descalzo
y sin temor
a ser mordido
por cotidianas serpientes.

Abrir las ventanas,
abrir las puertas,
abrir los horizontes,
abrazar
la mañana
que trae su mecánica
de engranajes,
varillas y poleas.
Salir de la cueva del ermitaño.
Ser incansablemente yo.









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